Decreto
77/2002 de 26 de febrero por el que se regula el Régimen de
Precedencias y Tratamientos en el ámbito de la Junta de Andalucía.
Por Decreto 133/1982, de 13 de octubre, se establecieron las normas
de Protocolo y Ceremonial en el ámbito de la Junta de Andalucía, normas
que se anticiparon a la regulación estatal que se produce por
Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento de Ordenación General de Precedencias en el Estado.
Frecuentemente se produce la concurrencia de autoridades del
Estado con las de la Comunidad Autónoma o de otras Comunidades, lo que
conlleva la aplicación del citado Real Decreto en un considerable número
de casos. No obstante, dentro del ámbito de las propias competencias
autonómicas, es necesario desarrollar el máximo esfuerzo de
clarificación en el régimen de precedencias y tratamientos.
(...)
En NoticiasJurídicas.com:
http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/an-d77-2002.html
Grupo de estudiosos del Protocolo y la Gestión de Eventos en la Universidad de Almería
lunes, 27 de febrero de 2017
Régimen de Precedencias y Tratamientos en el ámbito de la Junta de Andalucía: Decreto 77/2002. de 26 de febrero
Etiquetas:
Protocolo Oficial
lunes, 20 de febrero de 2017
elPaís.com: Protocolo para usar el móvil y no convertirse en un maleducado
Protocolo para usar el móvil y no convertirse en un maleducado | S Moda EL PAÍS
Puesto que el uso de la tecnología se salta a la torera las buenas maneras, algunos espacios han empezado a crear sus propias reglas para educar a las pequeñas pantallas.
RITA ABUNDANCIA
El pasado 14 de febrero en cualquier restaurante podía apreciarse que los tríos están a la orden del día. La pareja más uno, la tecnología en forma de smartphones. El móvil es otro comensal más, y prueba de ello es que tiene su lugar reservado en la mesa, justo al lado de los cubiertos. Un invitado al que se le consultan cosas y con el que se rememoran los mejores momentos vividos. La llegada de los platos puede despertar la faceta reportera o gourmet de muchos, que se levantan para hacerles fotos y enviarlas, inmediatamente, a las redes sociales. La mayoría de nosotros tenemos dos trabajos, uno de ellos es generar contenidos para Facebook, Twitter o Instagram. Una actividad no remunerada y sin horario pero que hacemos constante y complacientemente y que produce sustanciosos beneficios.
El metro es otro de esos lugares que rinden culto a la tecnología. Casi todo el mundo va enfrascado en un e-book o en la pantalla del móvil. No hacer nada o mirar a la gente es tomado casi como un desafío –“¿y esta, qué pasa, que no tiene móvil?”-. Hay un hombre vestido de panda en el andén, esperando el tren pero nadie repara en él. Una chica exclama a su compañera, ¡mira, un oso!, pero enseguida vuelve a la pequeña pantalla. Incluso en el hogar, la comunicación sigue, en muchos casos, en modo digital. Una amiga me comenta que su hijo adolescente le pregunta a menudo cosas por whatsapp, estando los dos en casa. “Mma, q hay hoy d cena?”.
Existen ya palabras para designar a esta fiebre que nos aleja del mundo real y altera nuestras habilidades innatas de comunicación. Nomofobia es el nombre que recibe la adicción al teléfono móvil. Según los expertos, el pánico a estar sin este aparato se puede diagnosticar ya como un trastorno para una gran parte de la población, sin que la mayoría de los afectados sean conscientes de ello. Pero el término Phubbing –que se originó en Australia y que etimológicamente es producto de la unión de las palabras phone (teléfono) y snubbing (despreciar) hace referencia al acto de ignorar a alguien para centrarse en la tecnología móvil, ya sea un teléfono, tableta o portátil. Una actividad que no repara en las normas más elementales de educación. ¿Nos pondríamos a leer un libro o el periódico en medio de una cena entre amigos? Sería visto como un gesto reprobable. Sin embargo, la tecnología parece escaparse a las reglas básicas de urbanidad y buenas maneras o, directamente, saltárselas a la torera sin que a nadie le cause demasiada conmoción.
Restaurantes. ¿El móvil va a la derecha o a la izquierda del plato?
Yolanda Pérez, directora de Casa de Protocolo, en Madrid, donde se imparten cursos de protocolo, imagen y etiqueta, sostiene que “el móvil debería permanecer apagado en restaurantes, reuniones sociales o fiestas. Con la excepción de si se espera una llamada muy urgente, en cuyo caso se debe anunciar antes, poner el aparato en modo vibración y disculparse cuando se atienda. Pero, desgraciadamente, los teléfonos han pasado a ser parte de la vida de las personas y ese afán por estar siempre disponibles –laboral o socialmente– hace que no le demos la atención adecuada a los amigos o familiares con los que hemos quedado para compartir unas horas”.
Sara Largo, directora de Tu Asesor de Imagen y presidenta de la Asociación Española de Asesores de Imagen y Personal Shoppers (ASEDAI) y con conocimientos en protocolo añade que “el hecho de que para muchos sea impensable interactuar con otros sin mostrarle vídeos o fotos archivados en sus smartphones es muy triste, y dice muy poco de la gente que necesita recurrir a un tercer elemento
para comunicarse con otro. Yo soy firme partidaria de la atención activa. Si se queda con alguien es para estar con él o ella y dedicarle nuestro tiempo porque, además, las interrupciones de la tecnología hacen que el encuentro sea diferente, generan otra dinámica menos íntima”.
Restaurantes de todo el mundo empiezan a prohibir a los comensales hacer fotografías de la comida ya que, según apunta un artículo de The New York Times, “las fotografías en la mesa trastornan totalmente el ambiente. Es imposible disfrutar de la comida o del desarrollo de una conversación con los flashes yendo de una punta a otra”.
Los locales más exclusivos han sido los primeros en sumarse a esta corriente. En el neoyorquino Momofuku Ko no está permitido sacar fotos de los platos. David Chang, el chef estrella de este local, prohíbe que los comensales inmortalicen su famoso foie. Per Se y Le Bernardin, también en la Gran Manzana, y el inglés The Fat Duck son otros restaurantes que también han implantado esta norma.
Los menos lujosos están también, poco a poco, sumándose a la filosofía mobile free. Algunos incluso proponen un descuento de un tanto por ciento sobre el precio final a los clientes que apaguen sus teléfonos, como los bonaerenses Club del Progreso o Fifí Almacén. La razón de esto tiene que ver con un estudio que hizo un local de Nueva York, que descubrió que mientras en el 2004 un cliente tardaba de media unos 8 minutos en decidir qué pedir, ahora emplea 21 minutos para la misma operación. Y si antes sentarse, comer y levantarse consumía una hora y 5 minutos, ahora la media de estancia para una comida o cena asciende a 1 hora y 55 minutos. La causa de esta demora la achacan al móvil. Consultarlo periódicamente, hacer las fotos pertinentes, subirlas a las redes o enviarlas a amigos ralentiza el servicio y la rotación de las mesas.
cinematográfica que les entra a algunos, traducida en ese afán por rodarlo todo. Según Sara Largo, “yo creo que algún día esto va a explotar, porque la gente se siente con la libertad de grabar a los demás hablando, bailando o en diversas actividades, sin pedir permiso ni tener en cuenta la privacidad. Imagino que tarde o temprano se creará una ley que prohíba rodar en lugares públicos, puesto que el sentido común no siempre es una cualidad presumible”.
A menudo en comidas o reuniones familiares los más pequeños parecen enfrascados en sus pequeñas pantallas, absortos de lo que ocurre alrededor. Según Largo, “es un problema de educación. Los padres deberían limitar las horas del móvil y pedir que se apaguen para la cena o para actividades conjuntas. Los niños repiten lo que hacen los mayores y lo más importante es predicar con el ejemplo”.
Enric Puig Punyet además de filósofo pertenece a la nueva tribu urbana de los desconectados. No está en las redes sociales y utiliza un teléfono de los de antes, que solo sirven para hacer y recibir llamadas, aunque tiene ordenador y navega por Internet en casa. Su libro, La gran adicción
(Arpa), alarma de una realidad limitada a lo que ocurre en las pantallas y presenta casos de personas que han optado por la desconexión, con éxito. Uno de los peligros del constante enganche es, según Enric, “la eliminación de esos momentos de vacío, aburrimiento en los que no se hace, aparentemente, nada pero que son muy importantes porque nos invitan a la introspección, la reflexión. Son un descanso de nuestro cerebro y, a menudo, son el germen de las buenas ideas, ya que la sobre estimulación es lo que nos mantiene muchas veces bloqueados”.
En el trabajo. No más whatsapps fuera del horario laboral
En opinión de Sara Largo, “así como en los colegios están prohibidos los móviles, en el trabajo debería regir la misma regla. O, como mucho, tenerlo en silencio por si ocurre alguna emergencia. Pero me temo que no siempre es así. Muchos, incluso los llevan a las reuniones y lo consultan periódicamente. La consecuencia de todo esto es que el constante chequeo de la pequeña pantalla repercute en la productividad”.
España –el país de la baja productividad y las jornadas laborales interminables– añade, para desgracia de los trabajadores, la disponibilidad total que nos brinda ahora la tecnología. No es raro que algunos jefes o mandos superiores envíen mensajes de whatsapps a sus subordinados, fuera del horario laboral o los fines de semana, para recordarles cosas o encomendarles tareas. Según Largo, algo a evitar y que incumple dos reglas, “el whatsapp debería ser algo del ámbito de la privacidad, un canal para hablar con los amigos que no hay que invadir, a menos que se dé el permiso. Con los mensajes fuera de hora, lo mejor es no abrirlos, porque si lo hacemos ya estamos sentando precedente para el futuro”.
Una de los argumentos de peso para la desconexión, según Enric Puig, es la necesidad de diferenciar los tiempos de trabajo y ocio. “Se nos vende que debemos estar atentos a todo, asimilar mucha cantidad de información, estar disponibles todo el tiempo y presentes en las redes sociales. Vivimos una especie de esclavitud-dependencia de la tecnología, con la promesa de que eso nos hará triunfar o ser más competitivos; pero la realidad es que muchos de los grandes directivos no tienen cuentas en Twitter ni Facebook, sus teléfonos están mucho tiempo apagados y mandan a sus hijos a escuelas sin ordenadores”
Puesto que el uso de la tecnología se salta a la torera las buenas maneras, algunos espacios han empezado a crear sus propias reglas para educar a las pequeñas pantallas.
RITA ABUNDANCIA
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Una escena de la serie 'Black Mirror'.
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El pasado 14 de febrero en cualquier restaurante podía apreciarse que los tríos están a la orden del día. La pareja más uno, la tecnología en forma de smartphones. El móvil es otro comensal más, y prueba de ello es que tiene su lugar reservado en la mesa, justo al lado de los cubiertos. Un invitado al que se le consultan cosas y con el que se rememoran los mejores momentos vividos. La llegada de los platos puede despertar la faceta reportera o gourmet de muchos, que se levantan para hacerles fotos y enviarlas, inmediatamente, a las redes sociales. La mayoría de nosotros tenemos dos trabajos, uno de ellos es generar contenidos para Facebook, Twitter o Instagram. Una actividad no remunerada y sin horario pero que hacemos constante y complacientemente y que produce sustanciosos beneficios.
El metro es otro de esos lugares que rinden culto a la tecnología. Casi todo el mundo va enfrascado en un e-book o en la pantalla del móvil. No hacer nada o mirar a la gente es tomado casi como un desafío –“¿y esta, qué pasa, que no tiene móvil?”-. Hay un hombre vestido de panda en el andén, esperando el tren pero nadie repara en él. Una chica exclama a su compañera, ¡mira, un oso!, pero enseguida vuelve a la pequeña pantalla. Incluso en el hogar, la comunicación sigue, en muchos casos, en modo digital. Una amiga me comenta que su hijo adolescente le pregunta a menudo cosas por whatsapp, estando los dos en casa. “Mma, q hay hoy d cena?”.
Existen ya palabras para designar a esta fiebre que nos aleja del mundo real y altera nuestras habilidades innatas de comunicación. Nomofobia es el nombre que recibe la adicción al teléfono móvil. Según los expertos, el pánico a estar sin este aparato se puede diagnosticar ya como un trastorno para una gran parte de la población, sin que la mayoría de los afectados sean conscientes de ello. Pero el término Phubbing –que se originó en Australia y que etimológicamente es producto de la unión de las palabras phone (teléfono) y snubbing (despreciar) hace referencia al acto de ignorar a alguien para centrarse en la tecnología móvil, ya sea un teléfono, tableta o portátil. Una actividad que no repara en las normas más elementales de educación. ¿Nos pondríamos a leer un libro o el periódico en medio de una cena entre amigos? Sería visto como un gesto reprobable. Sin embargo, la tecnología parece escaparse a las reglas básicas de urbanidad y buenas maneras o, directamente, saltárselas a la torera sin que a nadie le cause demasiada conmoción.
Restaurantes. ¿El móvil va a la derecha o a la izquierda del plato?
Yolanda Pérez, directora de Casa de Protocolo, en Madrid, donde se imparten cursos de protocolo, imagen y etiqueta, sostiene que “el móvil debería permanecer apagado en restaurantes, reuniones sociales o fiestas. Con la excepción de si se espera una llamada muy urgente, en cuyo caso se debe anunciar antes, poner el aparato en modo vibración y disculparse cuando se atienda. Pero, desgraciadamente, los teléfonos han pasado a ser parte de la vida de las personas y ese afán por estar siempre disponibles –laboral o socialmente– hace que no le demos la atención adecuada a los amigos o familiares con los que hemos quedado para compartir unas horas”.
Sara Largo, directora de Tu Asesor de Imagen y presidenta de la Asociación Española de Asesores de Imagen y Personal Shoppers (ASEDAI) y con conocimientos en protocolo añade que “el hecho de que para muchos sea impensable interactuar con otros sin mostrarle vídeos o fotos archivados en sus smartphones es muy triste, y dice muy poco de la gente que necesita recurrir a un tercer elemento
para comunicarse con otro. Yo soy firme partidaria de la atención activa. Si se queda con alguien es para estar con él o ella y dedicarle nuestro tiempo porque, además, las interrupciones de la tecnología hacen que el encuentro sea diferente, generan otra dinámica menos íntima”.
Restaurantes de todo el mundo empiezan a prohibir a los comensales hacer fotografías de la comida ya que, según apunta un artículo de The New York Times, “las fotografías en la mesa trastornan totalmente el ambiente. Es imposible disfrutar de la comida o del desarrollo de una conversación con los flashes yendo de una punta a otra”.
Los locales más exclusivos han sido los primeros en sumarse a esta corriente. En el neoyorquino Momofuku Ko no está permitido sacar fotos de los platos. David Chang, el chef estrella de este local, prohíbe que los comensales inmortalicen su famoso foie. Per Se y Le Bernardin, también en la Gran Manzana, y el inglés The Fat Duck son otros restaurantes que también han implantado esta norma.
Los menos lujosos están también, poco a poco, sumándose a la filosofía mobile free. Algunos incluso proponen un descuento de un tanto por ciento sobre el precio final a los clientes que apaguen sus teléfonos, como los bonaerenses Club del Progreso o Fifí Almacén. La razón de esto tiene que ver con un estudio que hizo un local de Nueva York, que descubrió que mientras en el 2004 un cliente tardaba de media unos 8 minutos en decidir qué pedir, ahora emplea 21 minutos para la misma operación. Y si antes sentarse, comer y levantarse consumía una hora y 5 minutos, ahora la media de estancia para una comida o cena asciende a 1 hora y 55 minutos. La causa de esta demora la achacan al móvil. Consultarlo periódicamente, hacer las fotos pertinentes, subirlas a las redes o enviarlas a amigos ralentiza el servicio y la rotación de las mesas.
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La serie ‘Black Mirror’ ha tratado en uno de sus episodios la excesiva presión que la tecnología ejerce en nosotros.
Foto: Cordon Press
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Reuniones y fiestas. ¡Cámaras, acción, ya!
Si bien en las fiestas o celebraciones no siempre se está hablando con alguien y hay momentos muertos, el estar chequeando el móvil es algo a evitar, lo mismo que agarrarse a él como a una tabla de salvación para evitar el contacto humano. De hecho, muchos clubs privados prohíben ya el uso de este aparato de puertas adentro. Pero el pecado capital en fiestas y reuniones es esa vocación cinematográfica que les entra a algunos, traducida en ese afán por rodarlo todo. Según Sara Largo, “yo creo que algún día esto va a explotar, porque la gente se siente con la libertad de grabar a los demás hablando, bailando o en diversas actividades, sin pedir permiso ni tener en cuenta la privacidad. Imagino que tarde o temprano se creará una ley que prohíba rodar en lugares públicos, puesto que el sentido común no siempre es una cualidad presumible”.
A menudo en comidas o reuniones familiares los más pequeños parecen enfrascados en sus pequeñas pantallas, absortos de lo que ocurre alrededor. Según Largo, “es un problema de educación. Los padres deberían limitar las horas del móvil y pedir que se apaguen para la cena o para actividades conjuntas. Los niños repiten lo que hacen los mayores y lo más importante es predicar con el ejemplo”.
Enric Puig Punyet además de filósofo pertenece a la nueva tribu urbana de los desconectados. No está en las redes sociales y utiliza un teléfono de los de antes, que solo sirven para hacer y recibir llamadas, aunque tiene ordenador y navega por Internet en casa. Su libro, La gran adicción
(Arpa), alarma de una realidad limitada a lo que ocurre en las pantallas y presenta casos de personas que han optado por la desconexión, con éxito. Uno de los peligros del constante enganche es, según Enric, “la eliminación de esos momentos de vacío, aburrimiento en los que no se hace, aparentemente, nada pero que son muy importantes porque nos invitan a la introspección, la reflexión. Son un descanso de nuestro cerebro y, a menudo, son el germen de las buenas ideas, ya que la sobre estimulación es lo que nos mantiene muchas veces bloqueados”.
En el trabajo. No más whatsapps fuera del horario laboral
En opinión de Sara Largo, “así como en los colegios están prohibidos los móviles, en el trabajo debería regir la misma regla. O, como mucho, tenerlo en silencio por si ocurre alguna emergencia. Pero me temo que no siempre es así. Muchos, incluso los llevan a las reuniones y lo consultan periódicamente. La consecuencia de todo esto es que el constante chequeo de la pequeña pantalla repercute en la productividad”.
España –el país de la baja productividad y las jornadas laborales interminables– añade, para desgracia de los trabajadores, la disponibilidad total que nos brinda ahora la tecnología. No es raro que algunos jefes o mandos superiores envíen mensajes de whatsapps a sus subordinados, fuera del horario laboral o los fines de semana, para recordarles cosas o encomendarles tareas. Según Largo, algo a evitar y que incumple dos reglas, “el whatsapp debería ser algo del ámbito de la privacidad, un canal para hablar con los amigos que no hay que invadir, a menos que se dé el permiso. Con los mensajes fuera de hora, lo mejor es no abrirlos, porque si lo hacemos ya estamos sentando precedente para el futuro”.
Una de los argumentos de peso para la desconexión, según Enric Puig, es la necesidad de diferenciar los tiempos de trabajo y ocio. “Se nos vende que debemos estar atentos a todo, asimilar mucha cantidad de información, estar disponibles todo el tiempo y presentes en las redes sociales. Vivimos una especie de esclavitud-dependencia de la tecnología, con la promesa de que eso nos hará triunfar o ser más competitivos; pero la realidad es que muchos de los grandes directivos no tienen cuentas en Twitter ni Facebook, sus teléfonos están mucho tiempo apagados y mandan a sus hijos a escuelas sin ordenadores”
20 Febrero, 2017 | 11:03 h
Ordenamiento General de Precedencias en el Estado: Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto

El advenimiento de un Estado social y democrático de Derecho, instituido y sancionado por la vigente Constitución de 1978 bajo la forma política de Monarquía parlamentaria, ha determinado necesariamente la implantación de una nueva estructura de poderes e instituciones, unipersonales o colegiados, cuya presencia y vigencia articulan la imagen política y administrativa de la Nación.
(...)
En NoticiasJurídicas.com:
http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/rd2099-1983.html
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Protocolo Oficial
martes, 14 de febrero de 2017
ABC.es: El «gobierno feminista» sueco desfila con velo en Teherán
El «gobierno feminista» sueco desfila con velo en Teherán
Polémica por la decisión de la ministra de Comercio sueca de aceptar las normas de la vestimenta de la Sharía a cambio de contratos.
FRANCISCO DE ANDRÉS
¿Cuántas coronas suecas estuvieron en juego en Teherán, para que el gobierno sueco aceptase desfilar con velo ante el presidente Rohani? Esa es la pregunta que se hacen muchos tras la decisión de la ministra de Comercio sueca, Ann Linde, de acudir a Teherán acompañada de su gabinete femenino para firmar varios acuerdos con la república islámica. «No veo contradicción entre nuestra política de derechos humanos y la comercial», se justificó la ministra sueca, una de las tres mujeres del Gabinete responsable de «vigilar la agenda exterior feminista del Gobierno sueco».
Para más inri, Linde acudió a la firma de los acuerdos en Teherán rodeada de mujeres de su equipo ministerial, forzadas a posar con gesto grave ante las cámaras con sus velos, chadores y abrigos junto al presidente Rohani.
La decisión ha levantado críticas en la oposición sueca y entre las Ong que luchan en favor de los derechos humanos en los países de mayoría musulmana. «Las políticas feministas europeas son unas hipócritas», escribió en su página de Facebook la activista iraní Massih Alinejad. «Apoyan a las musulmanas europeas que quieren usar velo y están en contra de que el gobierno francés prohiba el burkini en la Costa Azul, pero cuando se trata de Irán, ahí solo les les preocupa el dinero».
La doble barra ética de medir se aplica también a las recientes críticas de ministras suecas a la Administración Trump. Hace unos días, la viceprimera ministra sueca, Isabella Lovin, publicó una dura diatriba contra el presidente norteamericano en el diario izquierdista británico The Guardian, en la que abogaba también por un «liderazgo feminista fuerte en el mundo».
Aunque el velo se ha convertido en uno de los signos distintivos del islamismo, las normas patriarcales que impone el régimen fundamentalista de Irán no discriminan solo a la mujer en materia de vestimenta. Afectan a una larga lista de abusos contra su dignidad y contra la igualdad con el varón: la mujer iraní no puede trabajar ni viajar sin permiso del varón, y el derecho jomeinista les concede exactamente la mitad del valor del hombre (la mujer hereda la mitad de lo que le corresponde al varón, y el juicio de un hombre ante un tribunal equivale al de dos mujeres).
Un gesto de valentía del gobierno sueco -por ejemplo, el rechazo a viajar a Teherán bajo esas condiciones, o al menos la decisión de minimizar el espectáculo del pase de modelos, con la presencia de colaboradores masculinos en el equipo de la ministra- no habría constituido algo inédito en Oriente Próximo. Arabia Saudí también exige a las altas funcionarias occidentales que acepten el código musulmán de vestimenta, pero el pasado mes diciembre la ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, visitó Riad y no se cubrió con velo; una decisión audaz que también tomó el mes pasado la secretaria de Estado de Comercio española, María Luisa Poncela, que viajó a la capital saudí con el séquito de Felipe VI.
Polémica por la decisión de la ministra de Comercio sueca de aceptar las normas de la vestimenta de la Sharía a cambio de contratos.
FRANCISCO DE ANDRÉS
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La ministra sueca Ann Linde y su gabinete saludan al presidente iraní, Rohani - ABC |
¿Cuántas coronas suecas estuvieron en juego en Teherán, para que el gobierno sueco aceptase desfilar con velo ante el presidente Rohani? Esa es la pregunta que se hacen muchos tras la decisión de la ministra de Comercio sueca, Ann Linde, de acudir a Teherán acompañada de su gabinete femenino para firmar varios acuerdos con la república islámica. «No veo contradicción entre nuestra política de derechos humanos y la comercial», se justificó la ministra sueca, una de las tres mujeres del Gabinete responsable de «vigilar la agenda exterior feminista del Gobierno sueco».
Para más inri, Linde acudió a la firma de los acuerdos en Teherán rodeada de mujeres de su equipo ministerial, forzadas a posar con gesto grave ante las cámaras con sus velos, chadores y abrigos junto al presidente Rohani.
La decisión ha levantado críticas en la oposición sueca y entre las Ong que luchan en favor de los derechos humanos en los países de mayoría musulmana. «Las políticas feministas europeas son unas hipócritas», escribió en su página de Facebook la activista iraní Massih Alinejad. «Apoyan a las musulmanas europeas que quieren usar velo y están en contra de que el gobierno francés prohiba el burkini en la Costa Azul, pero cuando se trata de Irán, ahí solo les les preocupa el dinero».
La doble barra ética de medir se aplica también a las recientes críticas de ministras suecas a la Administración Trump. Hace unos días, la viceprimera ministra sueca, Isabella Lovin, publicó una dura diatriba contra el presidente norteamericano en el diario izquierdista británico The Guardian, en la que abogaba también por un «liderazgo feminista fuerte en el mundo».
Aunque el velo se ha convertido en uno de los signos distintivos del islamismo, las normas patriarcales que impone el régimen fundamentalista de Irán no discriminan solo a la mujer en materia de vestimenta. Afectan a una larga lista de abusos contra su dignidad y contra la igualdad con el varón: la mujer iraní no puede trabajar ni viajar sin permiso del varón, y el derecho jomeinista les concede exactamente la mitad del valor del hombre (la mujer hereda la mitad de lo que le corresponde al varón, y el juicio de un hombre ante un tribunal equivale al de dos mujeres).
Un gesto de valentía del gobierno sueco -por ejemplo, el rechazo a viajar a Teherán bajo esas condiciones, o al menos la decisión de minimizar el espectáculo del pase de modelos, con la presencia de colaboradores masculinos en el equipo de la ministra- no habría constituido algo inédito en Oriente Próximo. Arabia Saudí también exige a las altas funcionarias occidentales que acepten el código musulmán de vestimenta, pero el pasado mes diciembre la ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen, visitó Riad y no se cubrió con velo; una decisión audaz que también tomó el mes pasado la secretaria de Estado de Comercio española, María Luisa Poncela, que viajó a la capital saudí con el séquito de Felipe VI.
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Protocolo Oficial
lunes, 13 de febrero de 2017
CRUE: Catálogo de Orientaciones sobre el Uso del Traje Académico y sus colores
Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas:
Catálogo de Orientaciones sobre el Uso del Traje Académico y sus colores
La Sectorial de Secretarios Generales de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) en su reunión de trabajo celebrada en la Universidad de Cádiz en noviembre de 2008 acordó remitir a las Secretarías Generales este Catálogo de orientaciones sobre el traje académico y sus colores en atención a su interés orientativo.
Este documento que ahora se entrega a los participantes en el IX Encuentro de responsables de protocolo y relaciones institucionales de las Universidades y I Encontro hispano-luso de protocolo universitário, celebrado en la Universidad de Salamanca, pretende ser un instrumento para los profesionales y para todos quienes se acercan a un patrimonio cultural y simbólico actualizado por cada institución de acuerdo con su autonomía.
El trabajo ha sido coordinado por la Asociación para el estudio y la Investigación del Protocolo universitario y elaborado por María Teresa Galino Mateos (Universidad Complutense de Madrid), Francisca de Paula Saravia González (Universidad de Córdoba) y Jerónimo Hernández de Castro (Universidad de Salamanca) con las aportaciones enviadas desde las universidades españolas, disponibles en:
http://www.protocolouniversitario.ua.es/manuales.jsp
La edición ha contado con el colaboración de la CRUE, con el patrocinio de la Oficina del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca y Santander Universidades.
Catálogo de Orientaciones sobre el Uso del Traje Académico y sus colores
La Sectorial de Secretarios Generales de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) en su reunión de trabajo celebrada en la Universidad de Cádiz en noviembre de 2008 acordó remitir a las Secretarías Generales este Catálogo de orientaciones sobre el traje académico y sus colores en atención a su interés orientativo.
Este documento que ahora se entrega a los participantes en el IX Encuentro de responsables de protocolo y relaciones institucionales de las Universidades y I Encontro hispano-luso de protocolo universitário, celebrado en la Universidad de Salamanca, pretende ser un instrumento para los profesionales y para todos quienes se acercan a un patrimonio cultural y simbólico actualizado por cada institución de acuerdo con su autonomía.
El trabajo ha sido coordinado por la Asociación para el estudio y la Investigación del Protocolo universitario y elaborado por María Teresa Galino Mateos (Universidad Complutense de Madrid), Francisca de Paula Saravia González (Universidad de Córdoba) y Jerónimo Hernández de Castro (Universidad de Salamanca) con las aportaciones enviadas desde las universidades españolas, disponibles en:
http://www.protocolouniversitario.ua.es/manuales.jsp
La edición ha contado con el colaboración de la CRUE, con el patrocinio de la Oficina del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca y Santander Universidades.
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Protocolo Universitario
jueves, 9 de febrero de 2017
UAL: Reglamento de Protocolo de la Universidad de Almería
Reglamento de Protocolo de la Universidad de Almería
Normativa sobre precedencias.
Aprobado por el Consejo de Gobierno de la Universidad de Almería el 12 de julio de 2004.
Acceso al documento (PDF)

Normativa sobre precedencias.
Aprobado por el Consejo de Gobierno de la Universidad de Almería el 12 de julio de 2004.
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